Ignacio Frías lee en el diario Deia que el senador Iñaki Anasagasti acusó a los socialistas de "haber dejado en una situación muy airada al presidente del EBB [dirigencia de los nacionalistas vascos] con su actitud respecto a Nafarroa o el Plan Ibarretxe". Señala don Ignacio que habría sido mejor decir "situación muy desairada" en lugar de "airada". Tiene toda la razón. Es posible que don Iñaki se haya liado al traducir mentalmente su discurso del vascuence. En ese idioma se parecen mucho airatuki (= airadamente) e hiratuki (= desairadamente). También se parecen en castellano. Bueno, a los políticos no se les puede pedir finura. Bastante cansado es el trabajo de senador.
Susana Molledo recoge al oído esta frase del presidente Ibarretxe: "No nos va a temblar el pulso. No lo va a hacer". Doña Susana se pregunta con razón: "¿quién no lo va a hacer?". A mí me maravilla ese uso de la primera persona del plural que emplea Ibarretxe en forma mayestática. Da la impresión de que el hombre sueña con botar el primer portaaviones de la gran Euskalherría en la ría de Bilbao. A veces emplea otra figura igualmente pretenciosa, la de referirse a sí mismo como "el lehendakari". Es un recurso típico de los deportistas famosos o de las gentes más conocidas de la farándula.
Ignacio Ramírez (Miami, Florida, USA) se queja de la manía de "nuestros políticos y periodistas" que prescinden del artículo en muchas expresiones. Así, "en sede parlamentaria", "ir a Moncloa", "en democracia", etc. Mi impresión es que estamos ante una influencia más del inglés. Da un cierto aire de prestigio esa supresión del artículo. El modelo es "ir a palacio" que se permite excepcionalmente en el lenguaje cortesano. Por mi parte, fuerzo todo lo que puedo el poner los artículos correspondientes cuando se trata de nombres propios: los Estados Unidos, la Argentina, la Cibeles. Así me alejo de los "politiqueses" a la violeta, quienes presumen de decir "ir a Naciones Unidas", "subir a dirección" o "bajar a planta".
Antonio García Cabo (Salamanca) se maravilla de algunos eufemismos típicos del politiqués. Entre paréntesis va la traducción:
- "La Policía no descarta ninguna hipótesis". (La Policía no tiene ninguna pista sobre el crimen de que se trata).
- "La Guardia Civil mantiene abiertas todas las líneas de investigación". (Ninguna ha dado resultado).
- "Actuación discreta de los [deportistas] españoles". (El equipo español perdió).
¿Por qué esa querencia por el eufemismo y el circunloquio en el dialecto politiqués? Muy sencillo. De esa forma el político o el funcionario no se comprometen, evitan muchas críticas, alejan la tentación de dimitir o de irse a otro sitio. En las tomas de posesión el político saliente debería transmitir al entrante un destornillador. La función de ese símbolo podría ser la de atornillarse al sillón.
Otra función del politiqués es la de animar a los contribuyentes ("ciudadanos y ciudadanas") con la esperanza de promoción. Si algunos políticos (y políticas, claro) han llegado a alojarse en las altas gradas del poder con esa lengua de trapo, cualquiera puede aspirar a encaramarse en la pirámide de la responsabilidad. Otro eufemismo, "responsabilidad", para no tener que decir "poder", que resulta un poco obsceno.
Susana Molledo (Bilbao) lee en El Correo Español que Zapatero y Rajoy tendrán "un diálogo permanente y bilateral entre ambos", según expresión de Zapatero. Doña Susana se pregunta si "bilateral" no quiere decir "entre ambos". En efecto, así es. Pero el pleonasmo es muy típico del politiqués, un dialecto que necesita reforzar el discurso y acumular el mayor número posible de palabras con el menor número posible de ideas.
Pedro Allende me llama la atención sobre el término medio ambiente, tan utilizado, por si fuera un solecismo. No creo que llegue a tanto. Se trata más bien de un pleonasmo que ha cuajado especialmente en el mundo oficial. A mi modo de ver, bastaría con una de las dos palabras para dar idea de la parte de naturaleza que rodea la vida cotidiana del hombre, la que es percibida por los sentidos. Pero el pleonasmo se ha impuesto por lo eufónico, por la polisemia de cada una de las dos voces por separado. Se podría aceptar el neologismo de environmento, pero los puristas se me van a alterar.
Miguel Ángel Blasco se suma a las críticas dirigidas contra la muletilla del tipo "los vascos y las vascas". La califica de "pleonasmo demagógico". Añade que, además, es "una falta de cortesía hacia las mujeres, ya que el femenino debería proceder al masculino, al igual que en señoras y señores". Está bien visto, pero pleonasmo es otra cosa; es la acumulación de palabras innecesarias. Lo de "los vascos y las vascas" y demás ralea es simplemente una aliteración rebuscada (el efecto de repetición de sonidos) para contentar a las guildas feministas. Hablando en plata, es una cretinez más del politiqués.
Luis Rubio me señala el retorcimiento del lenguaje que caracteriza a los profesores y pedagogos hodiernos. Así, segmentos de ocio (= recreos), promocionar (= aprobar), plan de convivencia (= disciplina escolar), etc. Don Luis me anima a levantar un inventario de todos esos términos de los pedagogos relamidos. Creo que ya hay algún librito con ese propósito. Sería menester un lexicón más amplio sobre el politiqués, del cual la jerga de los pedagogos es solo un breve capítulo. No me encuentro con fuerzas para acometer tamaña empresa. Algún otro libertario la llevará a cabo.